martes, 28 de noviembre de 2017

Mendel el de los libros, de Stefan Zweig



Continuamos con la actualización en el blog de libros que nos hemos leído en este club. El día 16 de noviembre comentamos “Mendel el de los libros” de Stefan Zweig. Como siempre, independientemente de la historia que nos cuente, es un verdadero placer leer a este autor, nunca decepciona. En otras entradas ya referimos su vida, concretamente cuando comentamos Novela de ajedrez, por lo que nos vamos a centrar a exponer someramente las impresiones que nos reportó la lectura del primero. El libro, breve pero intenso, cuenta la historia de una obsesión, la de Mendel, un librero judío que lleva tres décadas viviendo en Austria recibiendo a eruditos, estudiantes, bibliófilos en la mesa de un café, el Gluck, ajeno a todo lo que no se relacione con el mundo editorial, hasta tal punto que no se percata que una guerra se cierne sobre Europa ni de las consecuencias que conlleva. La figura del librero es una pieza más en el mobiliario del café y es el personal del mismo el que se ocupa de su manutención y  que ofrezca un aspecto medianamente respetable. Desde el punto de vista de un bibliotecario es una bibliografía humana; su cabeza recoge y almacena información de las características de cualquier libro, lugar de edición, etc., pero en muchos casos desconoce su contenido. No nos serviría para recomendar la lectura de un buen libro. Producto de la ignorancia de lo que ocurre en el mundo exterior y debido a una carta que recibe desde Francia la policía alemana lo arresta y lo envía a un campo de concentración. Este va a ser el principio de su declive como persona y librero. Cuando regresa al café nada es igual, ni él, ni el escenario donde pasó trabajando muchos años, ni el personal que atendía el café. Es en este momento cuando sientes pena por este personaje que ha vivido ajeno a la realidad volcado en sus libros. Zweig, con en esta sencillez y maestría al relatar, nos traslada a los ambientes que tan bien sabe dibujar y ubicarnos en el contexto histórico sin que nos perdamos en sus vericuetos. Siempre un placer leerlo.

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